El jabalí ( Sus scrofa )

El aspecto del jabalí es similar al del cerdo, con el cuerpo macizo y robusto y las patas fuertes y cortas, al igual que el cuello y la cola, aunque ésta no se enrosca como la del cerdo. La cabeza es grande y se alarga hacia el morro, la jeta, que remata en un hocico plano. En los machos adultos sobresalen dos grandes caninos inferiores que se denominan colmillos o navajas. Su cuerpo aparece recubierto de fuertes cerdas de color pardo oscuro, bajo las que asoma una capa de espesa borra. El conjunto da una tonalidad muy oscura, casi negra, aunque es variable dependiendo de los individuos y de la edad.
Las crías, presentan unas bandas blancas en el lomo y los laterales que les sirven para camuflarse y han dado lugar al apelativo de rayones con que se las conoce. En torno a los seis meses, dichas bandas blancas desaparecen y los jóvenes adquieren un tono rojizo homogéneo, pasando a ser denominados bermejos.

Su capacidad de adaptación a todo tipo de terrenos le permite habitar áreas boscosas o de matorral en las que refugiarse durante el día. La dieta es omnívora e increíblemente variada, pues, aunque consuma gran cantidad de raíces suculentas y frutos secos, come también insectos, gusanos, roedores, carroña e incluso basuras. Su fino olfato le permite detectar el alimento bajo el suelo, revolviendo entonces la tierra con los colmillos hasta alcanzarlo.

De costumbres nocturnas se mantiene activo desde el atardecer al amanecer y descansa durante el día refugiado en áreas de denso matorral. El macho generalmente lleva vida solitaria, mientras que la hembra permanece con las crías formando una piara, que en ocasiones puede integrar varios grupos familiares. Machos y hembras sólo se  unen durante la época de celo, que tiene lugar entre los meses de noviembre y diciembre. Cada macho puede cubrir a varias hembras de la misma o diferentes piaras, produciéndose violentas peleas cuando se da la coincidencia de varios machos.

Tras la gestación, que dura cuatro meses, la hembra pare entre dos y seis crías, dependiendo de la edad y peso de la madre. Si las condiciones climáticas son buenas y el alimento abundante, el celo puede adelantarse al mes de septiembre y los partos a enero. En ocasiones se detectan incluso celos primaverales que dan lugar a partos en el mes de agosto.

Los rayones maman durante tres o cuatro meses. Los machos suelen abandonar el grupo al año de edad, realizando entonces traslados de hasta cincuenta kilómetros, que permiten la renovación e intercambio genético entre poblaciones alejadas. Las hembras suelen permanecer con la madre, formando piaras familiares que integran varias generaciones y son lideradas por la hembra de mayor edad.
La abundancia del jabalí hace que su actividad sea claramente visible en cualquier área arbolada de La Rioja. Especialmente evidentes son las huellas de su actividad excavadora, fozaduras, en prados, pastizales o cultivos y las señales en los charcos a donde acude a desparasitarse, restregándose en el barro. La cuantía de los daños a la agricultura hace necesarias medidas de control poblacional más eficaces que el incremento en la presión cinegética, medidas  que  pasan  también  por  la  protección de los cultivos más sensibles mediante cercas eléctricas o mecanismos similares.

El incremento de la población de jabalí parece relacionarse con el sustancial abandono del campo por parte de la población rural y la reducción de tierras  de  labor  que  ello  conlleva, transformadas  paulatinamente  en  áreas  de matorral utilizables por la especie. A dicho incremento contribuye sin duda la extraordinaria tasa reproductiva del animal y la escasez de predadores naturales.